El vino de Donald Trump

Todos tenemos una historia con el vino. Muy frecuentemente, nuestra afición nace de la apreciación sensorial de esta noble bebida o del interés por su historia o su proceso de producción. Pero en el caso de Donald Trump, quien en la actualidad es propietario de la bodega Trump Winery en el estado de Virginia, la historia es muy distinta y tiene que ver con pasajes bastante oscuros en la vida personal del hombre más poderoso de Estados Unidos.

El vino y Donald Trump Buenos Vinos

Poca gente sabe que el hermano mayor del presidente de los Estados Unidos murió de forma prematura a causa del alcoholismo. En 1981, Frederick Trump jr, el mayor de los hijos varones de la familia Trump, murió a los 43 años por complicaciones de su adicción al alcohol y el tabaco.

Según cuentan los biógrafos de la familia del presidente norteamericano, Freddie Jr tenía una personalidad completamente diferente a la de su hermano. Se dice que era una persona carismática, con grandes habiliadades sociales, bastante popular con las mujeres y con intereses personales que lo llevaron a alejarse de los negocios de la familia Trump y emprender su propia carrera como piloto de aviones. Como era de esperarse, la presión de su padre Frederick Trump y su hermano Donald, para hacerse cargo del emporio familiar favorecieron que Freddie jr desarrollara una enfermiza adicción al cigarro y posteriormente al alcohol, que finalmente terminó con su vida siendo muy joven.

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Aunque la relación con su hermano nunca fue la mejor, el presidente de Estados Unidos ha declarado que debido a la trágica muerte de su hermano no fuma, ni bebe una sola gota de alcohol.

¿Cómo es que un hombre declaradamente abstemio decidió incursionar en el mundo del vino con la bodega Trump Winery? Pues de la misma forma como ha incursionado en la mayoría de sus negocios más lucrativos: detectando una oportunidad y aprovechandose de la situación.

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Antes de 1990, la bodega Trump tenía el nombre de Kluge y era dirigida por su propietaria Patricia Kluge, en la ciudad de Charlottesville, muy cerca de Washington. La señora Kluge invirtió mucho empeño y dinero en crear vinos de gran calidad, compró el mejor equipamiento y logró vinos de excelente calidad como el espumoso Kluge SP rosé, 2008 (Chardonnay – Pinot Noir) que ganó una medalla en Francia y se sirvió en la boda de Chelsea Clinton.

 

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Pero en 2008, la economía del viñedo se arruinó. En un extraño caso de productividad, la bodega Kluge era capaz de producir 30,000 cajas de vino al año de excelente calidad, pero sólo podían vender un tercio de su producción, de manera que sus créditos entraron en mora y los bancos embargaron la propiedad.

Hasta que Trump la adquirió a precio de ganga en 2010. El ahora presidente, terminó pagando3.6 millones de dólares cuando la hipoteca del viñedo era de 16.3 valiéndose de una jugada muy sucia: compró todo el terreno que rodeaba a la bodega para bajar su precio.

Cuando Trump adquirió la bodega dijo que no le interesaba el vino sino la operación inmobiliaria, aunque en muchos de sus mitines en la campaña presidencial se jactó de tener la bodega más grande de la costa este, lo cual es inexacto.

En la actualidad, la Trump Winery está dirigida por su hijo Eric Trump y Patricia Kluge se mantiene dentro de la organización como enóloga y consultora. En sus 300 hectáreas se cultivan cepas de Chardonnay, Chenin Blanc, Cabernet Sauvignon y Merlot con el que elabora vinos blancos jovenes y con paso por barrica, vinos rosados y tres tipos de tintos.

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Además de la bodega, la propiedad de la Trump Winery cuenta con un complejo de entretenimiento que incluye una mansión de época, salas de catas y un hotel con 45 habitaciones con todos los lujos, al más puro estilo de los negocios Trump. Es decir, absurdamente pretenciosos.

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