La Denominación de Origen Rioja cumple 100 años demostrando ser mucho más que una zona vinícola: ha sido un modelo de liderazgo, innovación y visión estratégica en el panorama del vino español. Su historia no solo está marcada por grandes vinos, sino por decisiones fundamentales que transformaron la forma de entender la viticultura en España.
Desde su origen como un acuerdo entre productores con intereses distintos hasta su consolidación como un referente de calidad y trazabilidad, Rioja ha sido pionera en prácticas que hoy se consideran estándar en el mundo del vino. El centenario de esta denominación, conmemorado en 2025, ofrece una oportunidad única para repasar los momentos que definieron su legado.

El origen del pacto: cuando la necesidad unió a desiguales
Corría el año 1924 cuando viticultores, bodegueros y productores de vino de la región de Rioja, con visiones a veces contrapuestas, decidieron sentarse a dialogar. El resultado fue un acuerdo histórico conocido como “el pacto entre desiguales”. Aunque en ese momento la figura de la Denominación de Origen aún no estaba formalmente regulada, este pacto permitió establecer un marco de control de calidad para los vinos de la zona.
Un año después, nacía oficialmente la primera Denominación de Origen de España. No se trataba aún de un sistema maduro ni perfecto, pero sí de un paso determinante para dotar al vino de Rioja de una identidad regulada, protegida y reconocida.
1925: Creación de la Primera DO de España
En 1924, se sentaron las bases de lo que sería la creación de la primera Denominación de Origen de España. El «pacto entre desiguales» fue un acuerdo histórico entre viticultores, bodegueros y productores, quienes, aunque con intereses diferentes, coincidían en la necesidad de regular y proteger la calidad del vino de la región. A pesar de que la figura de la DO aún no estaba plenamente consolidada y regulada, este pacto permitió gestionar un momento de éxito vinícola y estableció los cimientos para el nacimiento de la DO Rioja en 1925. Ese pacto dio paso a la creación de la primera Denominación de Origen de España. No era la regulación perfecta, pero marcó un antes y un después.
1928: Nace el primer reglamento vitivinícola de Rioja
Tres años después del reconocimiento oficial, Rioja volvió a marcar el paso con la creación de su primer reglamento en 1928. Este documento fue clave para establecer criterios que no solo aseguraran la calidad del vino, sino que definieran su procedencia geográfica de forma precisa.
Este reglamento representó un punto de inflexión. No se trataba únicamente de una norma, sino de una declaración de principios: el vino debía ser expresión de su origen, del terroir que lo vio nacer, y el reglamento debía garantizar que solo aquellos vinos elaborados dentro de los límites establecidos y bajo las condiciones especificadas pudieran ostentar la mención Rioja.
Con ello, se afianzó una narrativa basada en la trazabilidad, la autenticidad y el compromiso con el consumidor, mucho antes de que estos conceptos se volvieran habituales en el lenguaje del marketing del vino.
1935: Rioja influye en el nacimiento del modelo español de DO
La influencia de Rioja no tardó en extenderse. En 1935, la región de Jerez adoptó su propio reglamento vinícola, un hecho histórico para el vino andaluz, pero que llegó precedido por el modelo riojano. Rioja se había adelantado, no solo legalmente, sino también en su enfoque: integrar la normativa a una visión de marca colectiva, proteger la identidad del producto, y apostar por una legislación clara que garantizara la calidad del vino desde su origen.
La consolidación del Consejo Regulador de Rioja, y su permanente adaptación a los retos del momento, hizo que el caso riojano se convirtiera en una referencia estructural para el desarrollo del sistema de Denominaciones de Origen en toda España. Fue Rioja quien demostró que un vino no se defiende solo en la copa, sino desde su marco jurídico y su narrativa territorial.

Un liderazgo sostenido: visión, regulación y calidad
A lo largo del tiempo, Rioja ha enfrentado numerosos desafíos. Desde crisis económicas hasta los efectos del cambio climático, la denominación ha sabido adaptarse sin perder de vista su esencia. Y lo ha hecho con una visión de largo plazo, anticipándose a tendencias y problemas que otras regiones apenas comenzaban a identificar.
Tal como lo resume José Luis Lapuente, director general del Consejo Regulador de Rioja:
“Rioja ha hecho muchas cosas antes de que se conviertan en habituales, lo cual reivindica ese carácter de liderazgo y pionero al afrontar problemas y soluciones antes de que lo hayan tenido que hacer los demás”.
Esa capacidad para leer el contexto, tomar decisiones estratégicas y adaptarse, ha permitido a Rioja mantener su posición como una denominación líder, tanto en el mercado nacional como internacional.
La introducción de nuevas categorías, la apuesta por la sostenibilidad, el impulso a la internacionalización y el desarrollo de mecanismos de control más sofisticados han sido parte de este proceso. Rioja no se ha limitado a conservar su legado; lo ha proyectado hacia el futuro.
Celebrar 100 años mirando hacia adelante
El centenario de la Denominación de Origen Rioja no es solo una celebración histórica, sino una reafirmación de sus valores: autenticidad, calidad, innovación y respeto por el origen. La DO no solo representa una región geográfica; representa un compromiso colectivo con una manera de hacer vino que ha evolucionado sin renunciar a sus raíces.
En un mundo en el que la trazabilidad, la sostenibilidad y la diferenciación son más importantes que nunca, Rioja se consolida como un ejemplo de cómo una denominación puede construir reputación a través del tiempo. Sus cien años son testimonio de que el vino, cuando se protege y se regula con visión, puede ser mucho más que una bebida: puede convertirse en una identidad cultural.


