Ferratus: La historia de una mujer que convirtió el hierro en vino

En el corazón de la Ribera del Duero, donde las cepas se aferran a la tierra con la misma determinación que quienes las cultivan, hay historias que no solo se beben, sino que se sienten. Esta es la historia de Ferratus, una bodega joven con alma vieja, y de su creadora: una mujer que cambió la toga por la viña, el derecho por la tierra, y que encontró en el vino una forma de vida, un homenaje y un acto de amor.

De abogada en Madrid a bodeguera en Aranda

Todo comenzó con un giro inesperado. La protagonista de esta historia es María Luis Cuevas, arandina de nacimiento y ribereña por convicción, ejercía como abogada en Madrid cuando decidió volver a su tierra natal, Aranda de Duero. En sus palabras, el vino se cruzó en su camino “de forma absolutamente casual”. Lo que empezó como una búsqueda personal se convirtió en un compromiso vital: fundar una bodega desde cero, sin tradición familiar ni tierras heredadas, solo con pasión, intuición y una convicción férrea.

El reto de ser mujer en el mundo del vino

Hace veinte años, el mundo del vino —y particularmente el del viñedo— era un territorio dominado por hombres. “Cuando llegaba a los viñedos nadie quería hablar conmigo, querían hablar con mi padre o con mi marido, aunque ninguno de los dos tenía nada que ver con el proyecto”, recuerda. Sin tradición bodeguera, sin padrinos ni privilegios, se convirtió en la primera generación de su bodega. La suya no fue solo una apuesta empresarial, sino una batalla contra prejuicios de género en uno de los sectores más tradicionales del país.

Ferratus: del hierro al vino

El nombre de la bodega tiene una carga simbólica poderosa. Ferratus significa “que viene del hierro”, un guiño al negocio familiar de sus padres, dedicado al comercio del metal. “Es un homenaje a ellos”, explica. El vino, en este caso, no solo lleva terroir y uva, sino también la memoria y gratitud hacia quienes la apoyaron económicamente en el arranque de su sueño. Ferratus no es solo una marca: es una historia embotellada.

La vendimia que no fue: la traición que marcó el inicio

Como todo emprendimiento, el nacimiento de Ferratus tuvo momentos de euforia… y de desolación. El más duro llegó antes incluso de producir su primera cosecha. A falta de viñedos propios, firmó contratos con viticultores locales. Uno de ellos le aseguró su producción, pero cuando llegó la fecha clave, la uva ya había sido vendimiada… y vendida a otro bodeguero, sin previo aviso.


“Me quedé sin uva, sin tiempo y sin opciones”, recuerda. Fue su padre quien la empujó a levantarse: “¿Y qué haces ahí sentada? Levántate y vete a buscar otra”. Y la encontró. No sin esfuerzo, pero la encontró. Esa anécdota se convirtió en metáfora de su camino: ante la adversidad, determinación. Ante la traición, resiliencia.

Vinos que son fruta y carácter

Desde entonces, Ferratus ha construido una identidad propia dentro de la Ribera del Duero. Lejos de los tintos clásicos maderizados de la zona, sus vinos se definen como “corazón de fruta con un velo de barrica”. Buscan la complejidad sin perder frescura, la longevidad sin renunciar a la expresividad de la fruta. Un equilibrio entre técnica y emoción, como todo lo que nace de una historia real.

La elaboración en Ferratus mezcla pasión, ciencia y sensibilidad. Algunas añadas utilizan un 50% de barrica nueva y 50% usada, buscando ese punto justo donde la madera respeta a la uva. Como en todo lo auténtico, no hay fórmulas fijas, sino intuición, escucha y cuidado.

Ferratus hoy: vino, legado y emoción

Ferratus no es aún una gran bodega por volumen, pero sí lo es por alma. Cada botella encierra una historia de transformación personal, de amor por la tierra y de compromiso con la excelencia. “No estáis aquí solo para degustar un vino”, dice en una de sus catas, “estáis aquí para adentraros en el alma de Ferratus, en el latido de la Ribera del Duero”.

Lo que empezó como un impulso vital hoy es un proyecto sólido, respetado, y con proyección internacional. Y detrás, una mujer que desafió moldes, venció prejuicios y construyó algo auténtico. En un mundo donde muchas bodegas nacen de herencias o grandes capitales, Ferratus nació del coraje.

Una historia que se bebe… en México

Ahora que ya conoces la historia detrás de los vinos de la bodega Ferratus, fundada por María Luisa Cuevas a principios de la década de 2000, te encantará saber que casi la totalidad de sus etiquetas pueden conseguirse en México gracias a su distribuidor oficial: Importaciones Cantabria. Puedes encontrarlos en su punto de venta físico, Mercado Fino, ubicado en Bucareli 108, Colonia Centro, Ciudad de México.

Una oportunidad perfecta para acercarte a esta historia de fuerza, autenticidad y elegancia, servida en copa. Porque Ferratus no solo se saborea: Se siente. Se escucha. Se comparte.