Cava 57 es una vinícola enclavada en el valle vinícola de Querétaro con tan solo 13 años de vida, pero con un concepto claro en su enfoque de vinificación. Su apuesta por la calidad y la producción de vinos lo más cercanos a la expresión auténtica de varietales como merlot, xare lo y macabeo es evidente al probar sus vinos producidos en diferentes técnicas de vinificación. Desde los tranquilos producidos en tanque de acero inoxidable, hasta las etiquetas que emergen de barricas y huevos de hormigón, reflejan la búsqueda por hacer vinos sin intervenciones que enmascaran el caracter del suelo queretano.

Un vino que nace del paisaje
En Querétaro, la vid crece en condiciones poco esperadas: viento, calor extremo y suelos pobres que desafían a la vid. Pero es justo ahí donde está su encanto. En Cava 57, el trabajo se centra en dejar que el territorio hable. Cada botella es una interpretación del clima, del terreno y de la paciencia de quienes lo trabajan. Con varias medallas en su haber, el proyecto enológico de la bodega liderada por Eugenio Parrodi trabaja de forma constante sin buscar los reflectores, pero enfocándose en la calidad y en la búsqueda de nuevos consumidores. En este renglón, destacan etiquetas modernas de vinos tranquilos, como su rosado “Atrevida” . Se trata de vinos fáciles de disfrutar y muy atractivos tanto para consumidores principiantes como para públicos entendidos.

Arquitectura pensada para el vino
El diseño del lugar refleja el carácter de sus vinos: sobrio, preciso y sin artificios. Los muros de piedra, los pasillos frescos y la luz suave de sus instalaciones son un conjunto en el que destaca la funcionalidad con un diseño ambiental moderno. Aquí, la arquitectura no busca impresionar, busca hacer sentir al visitante cómodo y apapachado.

Una experiencia que une vino y cocina
La cocina del restaurante Cava 57, convenientemente nombrado “Terruño 57” es una extensión del viñedo. Las mesas se instalan entre las líneas de viñedos y maizales. Literalmente, comes entre parcelas. Los ingredientes son de productores locales, priorizando la política de “kilómetro cero” en la elaboración de especialidades como el chamorro al horno, los cortes de carne y por supuesto, las espléndidas pizzas al horno que van de maravilla con los vinos de la propiedad. El arte del maridaje en Cava 57 es una forma de conectar con lo que te rodea.
Otra de las visiones de Terruño 57 es la relación precio – calidad y mantener un balance razonable entre lo que se paga y lo que se ofrece. Solo basta mirar la carta para darse cuenta de que los precios corresponden a la calidad de su comida y sus vinos. No por nada, este lugar recomienda reservar con anticipación en open table recordando que los martes y miércoles el personal toma un merecido descanso. Puntos extra por su política inclusiva de formatos de familia, ya que además de una zona infantil con juegos y amenidades para los más pequeños, Terruño 57 es pet friendly.
En cada copa se percibe algo más que técnica: hay una búsqueda de identidad. El vino mexicano ya no quiere parecerse a nadie. Quiere hablar con su propio acento, desde su propio paisaje. Y Cava 57 logra eso: convertir el vino en un lenguaje que todos podemos entender.


