Mexicanos al grito de vino, recuento de los personajes históricos del vino mexicano

La presencia del vino en nuestra tierra es tan antigua como el mestizaje que dio identidad a nuestra nación, sin embargo, los registros históricos en los diferentes periodos de nuestra historia son escasos y algunos otros, poco fiables.

Pese a que las fuentes documentadas en torno al origen de la producción vinícola son muy reducidas, es posible destacar a un puñado de personajes que fueron trascendentales en la historia del vino mexicano como el misionero jesuita Fray Juan de Ugarte y el franciscano Fray Junípero Serra por su trabajo fundacional en el corredor vinícola de Baja California. También hay que mencionar a personajes como Lorenzo García, fundador de Casa Madero y José Milmo director de la primera casa vinícola de América en Parras, Coahuila. Y por supuesto, no hay que dejar pasar la breve, pero seminal influencia de Miguel Hidalgo como productor vitivinícola en el pueblo de Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Con la invaluable ayuda del doctor Miguel Guzmán Peredo, director General del Grupo Enológico Mexicano y René Rentería  director de RR Wine Consulting & Training te presentamos un muy breve repaso de la historia del vino mexicano en busca de los hombres y momentos que ayudaron a dar forma al vino tal y como lo conocemos hoy en día.

Los inicios

Cualquier revisión a nuestro pasado vinícola exige mencionar a los conquistadores españoles que sembraron las primeras vides por mandato de Hernán Cortés, quien deseaba extender el cultivo de la uva y el olivo en todas las tierras conquistadas para la corona española. Dicha ordenanza, firmada por Cortés, data de 1524 y se dice que se encuentra resguardada en el Archivo del Duque de Terranova y Monteleone, en el Hospital de Jesús, de la Ciudad de México. De confirmarse su existencia, aquel folio sería la primera mención documentada de los inicios de la viticultura en México.


El escritor Miguel Guzmán Peredo, quien ha dedicado gran parte de su vida a estudiar la memoria histórica del vino en México, narra en el artículo “Breve historia del vino en México”, publicado en el magazine gastronómico A Fuego Lento, la primera vez que se bebió vino en nuestras tierras:Juan de Grijalva es considerado el primer europeo que bebió vino acompañado de varios señores aztecas en tierras que hoy llevan el nombre de México.(…) Algunas referencias bibliográficas mencionan que el 24 de junio de 1517 se bebió vino por primera vez en México en una comida ofrecida por Juan de Grijalva a cinco enviados del monarca azteca Moctezuma Xocoyotzin. Lo más probable es que ese ágape haya tenido lugar —si acaso ocurrió dicho encuentro entre aztecas e hispanos— en junio de 1518, fecha en la cual Grijalva se encontraba en la zona de influencia del tlatoani mexica”.

Las primeras vides de América

Se estima que las primeras vides fueron cultivadas por los misioneros jesuitas entre 1521 y 1540. Inicialmente, las uvas fueron plantadas en los huertos misionales con la finalidad de elaborar vinos litúrgicos, por lo que a la variedad seminal de la vitivinicultura en México se le conoce como uva Misión. Sin embargo, un estudio de 2007 de la American Society for Enology and Viticultureen Davis, California encabezado por los investigadores Alejandra Milla Tapia y José Antonio Cabezas, determinó que la uva Misión, es en realidad una variedad de la cepa Listán prieto, posiblemente injertada a cepas silvestres. De esta forma, la creencia errónea de que la uva misión es una uva autóctona originaria de México, ha sido descartada desde hace varios años.

La uva Misión es una variedad prácticamente en desuso, ya que sus características carecen del cuerpo y equilibrio de los vinos actuales. La uva Misión es una variedad de la especie Vitis vinífera, es decir, una uva del viejo mundo. Además, los misioneros jesuitas también introdujeron otras variedades de uvas como la Moscatel y Palomino que todavía se producen en los valles vinícolas de California.

Bonanza virreinal

Vale la pena recordar que durante el periodo colonial de México, las misiones controladas por los jesuitas y más tarde por los franciscanos, concentraban un inmenso poder político y económico. Los religiosos tenían a su cargo gigantescas haciendas y rancherías misioneras que gracias al trabajo indígena, producían granos, cereales, hortalizas y frutas traídas desde Castilla como granadas, duraznos, melocotones, membrillos y por supuesto uva. De esos huertos nació un primitivo vino mexicano que poco a poco, fue mejorando su calidad,

Guzmán Peredo apunta en el artículo antes mencionado que los primeros vinos mexicanos comenzaron a expandirse desde el centro del país: “El viñedo de la Nueva España comenzó a extenderse a partir de la Ciudad de México, la capital del virreinato más floreciente de la metrópoli hispana en América, hacia las regiones septentrionales: Querétaro, Puebla, Oaxaca, Guanajuato y San Luis Potosí, Más tarde fue llevado a  tierras septentrionales de las provincias de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, Nueva Extremadura y Baja California, alcanzando igualmente un gran desarrollo en el Valle de Parras.  La Misión de Santa María de las Parras, en tierras de la Nueva Extremadura, fue fundada en 1568 por fray Pedro de Escobedo, pero debido a la belicosidad de los aborígenes de esa región fue abandonada a los pocos años.  Lorenzo García, después de “haber sentado allí sus lares”, construido su casa y vivir de los frutos y cosechas de esa tierra, solicitó una “Merced” al Rey de España, misma que recibió en agosto de 1597. A tan  lejanos años se remonta la historia de la primera  vitivinícola del continente americano, que hoy en día lleva el nombre de Casa Madero”.

La prohibición del vino de la Nueva España

La bonanza de las rancherías y haciendas misioneras, encargadas de la producción del vino para fines eucarísticos y para venta a la población criolla y las fuerzas realistas se extendió durante muchísimos años. No obstante, el crecimiento de los vinos del nuevo mundo, tuvo repercusiones entre los productores europeos, que vieron disminuidas sus exportaciones al nuevo continente a finales del siglo XVI.  Presionado por los grandes productores vinícolas europeos, el rey Felipe II prohibió en 1595, que fuesen plantados nuevos viñedos en América y fuesen destruidos los ya existentes. Sin embargo, la producción continuó de forma furtiva en las misiones jesuitas y franciscanas.

Pero a finales del siglo XVIII ocurrió un evento determinante para el vino nacional. El rey Carlos III decide expulsar a los jesuitas del reino de España, incluyendo a los religiosos que fundaron colegios y administraron las inmensas haciendas de nuestro país. Por si fuera poco, su sucesor, el rey Carlos IV ordena en 1803 una medida radical: Que sean arrancadas todas las viñas de la Nueva España en beneficio de los vinos españoles.

El vino de Miguel Hidalgo

Miguel Hidalgo y Costilla, iniciador de la guerra de independencia y promotor de la vitivinicultura en Guanajuato fue uno de los primeros en retar la prohibición de la Corona. Cabe recordar que el padre de la patria comenzó su formación en los colegios jesuitas, por lo que al igual que muchos criollos, padeció de manera personal la expulsión de los misioneros de la Compañía de Jesús.

Los esfuerzos del cura Hidalgo para impulsar entre sus feligreces oficios como la apicultura, la crianza de gusanos de seda y la vitivinicultura marcó un precedente en la producción vinícola de nuestro país. Lamentablemente, los rastros de los viñedos del caudillo se perdieron durante el conflicto armado de la independencia de México.

Periodo oscurantista

Tras la prohibición de la producción vinícola en el virreinato de la Nueva España  y el doloroso proceso de independencia mexicana, el consumo del vino nacional cayó en un declive del que no se recuperó hasta varios siglos después.

Aunque la producción vinícola nunca desapareció y muchas bodegas aparecieron y desaparecieron de forma irregular a lo largo del país, el consumo de productos como la cerveza, el ron, el pulque y destilados como el tequila y el mezcal opacaron durante un largo periodo la producción vinícola nacional.

No es sino hasta la mitad del siglo XX que aparecen bodegas fundadas y dirigidas por inmigrantes europeos en el norte de México, primordialmente españoles, italianos, alemanes y rusos que encontraron en los valles de la península de Baja California y del bajío mexicano excelentes terrenos para la producción vinícola.

La opinión de los expertos

Para René Renteria, director de RR Wine Consulting & Training: “No existe un personaje a quien se le pueda atribuir el mérito de ser el padre del vino mexicano. Cuando Lorenzo García funda Casa Madero en 1597, México no existía como país”. Sin embargo, Rentería destaca a personajes clave como el misionero franciscano Fray Junípero Serra, el mencionado Lorenzo García y a don Antonio Ariza, migrante español que dirigió hasta su muerte casa Pedro Domeq en tierras mexicanas. Para René, el vino mexicano tiene raices muy profundas en Parras, Coahuila, la cuna del vino en América.

Por su parte, el escritor Miguel Guzmán Peredo destaca a 3 personajes a seguir en la historia vinícola nacional: “En primer lugar a los monjes jesuitas,  encabezados por Fray Juan de Ugarte, quienes  durante finales del siglo XVII desarrollaron la vitivinicultura en lo que entonces era la Nueva España. Luego vendrían los misioneros franciscanos, quienes a partir de 1767 mantuvieron las misiones de la Baja California. Fray Junipero Serra propagó el cultivo de la vid, en el año de 1769, desde la Nueva España hasta lo que hoy en día es el estado de California, en Estados Unidos de América“.

“En otro nivel incluyo a José Milmo, fundador y director de la empresa Casa Madero, en Parras, Coahuila, la bodega vitivinícola más antigua de América, fundada en el año de 1597y a Hugo D’Acosta, quien hizo de la empresa bodegas de Santo Tomás, una bodega de prestigio, en la sexta decada del siglo XX.Finalmente a Francisco Domenech, fundador de la bodega Cavas de San Juan, en San Juan del Río, Querétaro, en los años sesentas, del siglo pasado”.

Para conocer más

¿A qué libro o qué fuentes podemos acudir para seguir el rastro de la historia del vino mexicano? Para el doctor Miguel Guzmán Peredo, una buena referencia es el libro: “La cultura del vino en México”  escrito por Ángel Morales y publicado por ediciones Castillo (Monterrey, México, 1980): Hay en ese libro un capítulo referente a los orígenes del vino mexicano”

Por su parte, René Rentería destaca los siguientes títulos: “El libro del decano de los enólogos mexicanos Camilio Magoni: Historia de la vid y el Vino en Baja California”, el libro de historia culinaria “GastronomíaHistoria ilustrada de México” de José N. Iturriaga (Debate, México, 2015) y el libro publicado por la Asociación de Vitivinicultores de Querétaro “Vitivinicultura Extrema” (México, 2017)”.