El vino de Robert Parker

El nombre de Robert Parker Jr. es ampliamente respetado en todo el mundo como una de las máximas autoridades en la crítica de vinos. Es autor de más de una docena de libros especializados en vinos y una verdadera autoridad en vinos franceses que ha sido reconocida con el nombramiento como Caballero de la Legión Francesa y la Cruz de la Orden Nacional al Mérito. Además, su revista: “The Wine Advocate”, que se publica ininterrumpidamente desde 1975 no sólo es uno de los medios especializados más respetados del mundo, sino que cuenta con su propia escala de calificación de vinos. Una lista tan exigente y prestigiaosa, que una buena puntuación en la escala Parker, garantiza a las bodegas un éxito comercial sin precedentes. Pero la vida de este abogado no siempre fue así, de hecho, era muy diferente antes de conocer el vino.

Hay decisiones que pueden cambiar el rumbo de una vida. En el caso de Robert McDowell Parker Jr, un estudiante de leyes de Maryland originario de la zona rural de Mokton, la decisión de subirse a un avión en 1967, con la descabellada idea de viajar a Francia tras Patricia, el gran amor de su vida durante su estancia estudiantil en Alsace, lo llevó a vivir una experiencia que daría un giro a su vida al conocer el maravilloso vino francés.

 

 


La historia de Robert Parker con el vino comenzó gracias a la influencia de Patricia. Ella fue quien lo inició en el camino de la apreciación de los buenos vinos una noche de diciembre de 1967, cuando lo llevó a cenar a un pequeño café, insistiendo que ordenara una copa de vino de mesa en lugar de la Coca-Cola que tenía en mente. Aquella noche, un talento que ni el mismo conocía, despertó en su interior. Robert quedó completamente enganchado a los aromas y sabores del vino seco francés, a tal grado que las seis semanas que pasó en Francia, bebió vino todas las noches, comió platillos franceses y absorbió lo más que pudo la cultura y la pasión de los galos por el disfrute del vino y la buena comida.

 

Mucho se ha escrito sobre la irrupción de uno de los críticos de vino más respetados en el mundo, pero quizá la forma más acertada de acercarse a su historia es a través de sus propias palabras. En un artículo publicado el 3 de diciembre de 2003, en la web de la revista The Wine Advocate, a propósito del 28 aniversario de la publicación, Robert Parker hizo un recuento de su carrera en el mundo de los vinos:

 

“Nací en 1947,  en el seno de una familia granjera de clase media que no bebía vino. De hecho, mi primera experiencia con esta bebida fue desastrosa. Cuando tenía 18 años asistí a una fiesta de cumpleaños de mi fraternidad en la que me emborraché con un vino espumoso azucarado llamado “cold duck”. La experiencia fue horrenda, no pude manejar de regreso a casa y un compañero se ofreció a llevarme a casa totalmente ebrio y vomitando por la ventana. Aprendí rápidamente que estos vinos baratos fueron diseñados para hacer el máximo daño a las personas. “

El reverso de la moneda llegaría algunos años más tarde en Francia, cuando conocío  la gastronomía y los buenos vinos. Aquel primer encuentro con los vinos al lado de Patricia, lo motivaría a regresar en repetidas ocasiones a Europa para probar más y más vinos en una labor meramente autodidacta en la que su esposa fue de gran ayuda gracias a su dominio del idioma francés, lo que le permitió a Robert a entrar en contacto directo con los viticultores y bodegueros franceses.

“Había desarrollado perspectivas sobre la cultura francesa, todas las cuales se vieron reforzadas por aquel primer viaje. Además, descubrí que los franceses eran profesionales cuando se trataba del disfrute del vino, la comida y la vida. Llámalo “savoir faire” o “joie de vivre”no importa, ellos saben cómo saborear la vida”.

Regresé a casa en 1968, entusiasmado y con una granadmiración por el vino y la cultura gastronómica de ese país y un gran gusto por el vino seco. Poco sabía que estas dos apreciaciones tendrían una enorme influencia en el camino que elegiría en la vida. De vuelta en Estados Unidos, compré todos los clásicos disponibles sobre el vino (libros de Alexis Lichine, Frank Schoonmaker, André Simon y Hugh Johnson), leí algunos de ellos dos veces y formé un grupo de cata de vinos en 1968 con otros estudiantes de ideas afines. Mi nuevo entusiasmo por el vino pronto se convirtió en una pasión y, en algunos aspectos, una obsesión”.

 

Robert contrajo nupcias con Patricia en 1969, al año siguiente se graduó  como abogado en la universidad de Maryland, y ya como esposos, regresaron a Europa con la idea de recorrer las principales regiones vinícolas de Francia y España durante los veranos de 1970, 1971 y 1972.

“Durante esos veranos, descubrí Burdeos, el Valle del Ródano, Provenza, Borgoña, Alsacia, Toscana, Piamonte y la Rioja. En la facultad de derecho, mis profesores me animaban a ejercer la abogacía durante mis vacaciones de verano, pero yo siempre pensé que era más importante pasar mis veranos en Europa, probar vinos y visitar tantos Lugares como me fuera posible. Es difícil de creer, pero pensé que era una buena idea comenzar a probar vinos a las 8 o 9 de la mañana”.

 

Robert comenzó a trabajar como abogado corporativo para financiar sus cada vez más frecuentes viajes formativos en el mundo vinícola. Pero en la medida en que aprendía y educaba su paladar en la apreciación de los vinos, se dio cuenta que los medios especializados y algunos libros especializados en el tema no eran tan acertados como pensaba. Muchos de esos trabajos, a menudo emitían recomendaciones subjetivas y reseñas alejadas de la realidad, recomendando bodegas y vinos de mediana calidad. La idea de crear una publicación independiente sobre el vino germinó a mediados de los años setenta.

 

“Con la influencia de defensores de los consumidores como Ralph Nader, nuestra publicación fue, ante todo, pro-consumidor. Desde hace 20 años, se calificaban vinos con el método de Davis de 20 puntos, pero nosotros propusimos implementar un sistema de puntuación de 50-100 puntos, un sistema de puntuación utilizado en el club de vinos de mi facultad de derecho”

“Como nadie sabía quién era yo, estaba de acuerdo con nuestra posición original de que el primer número de “El Abogado del Vino” (The Wine Advocate) debía ser gratuito. Mi esposa y yo preparamos todo en una vieja máquina de escribir y luego lo mimeografiamos. Después de pedir prestados $2000 dólares a mi madre, el primer número de The Wine Advocate se envió por correo en el verano de 1978. Esperábamos que de los 6,500 ejemplares gratuitos que enviamos conseguiríamos un 35% de solicitudes de suscripción, pero el resultado fue de aproximadamente 600, casi el 10%”.

Aunque la respuesta inicial no fue lo que esperaba, los ingresos por suscripciones siguieron llegando de manera lenta, pero constante. The Wine Advocate siguió apareciendo cada dos meses, mientras trabajaba como abogado corporativo a tiempo completo. En 1982, Robert y Patricia se fijaron la meta de dedicarse de tiempo completo a la revista cuando la publicación alcanzara 10,000 suscriptores, algo que no ocurrió hasta 1984. Sin embargo, ese mismo año, un evento marcaría la carrera de Robert Parker para siempre: La cosecha de 1982 de los vinos de Burdeos.

“La vendimia de 1982 está grabada indeleblemente en mi memoria. La cosecha de 1982 fue muy promocionada por los productores de vino de Burdeos mucho antes de viajar a Francia para probarla las dos últimas semanas de marzo de 1983. Nunca había probado tantos vinos tan deliciosos y singulares producidos a partir de frutas muy maduras”.

“Aunque contaba con un gran apoyo de mis lectores en 1983 los productores  no conocieron el Wine Advocate hasta que se publicó mi informe sobre el Burdeos de 1982. En abril de 1983, apareció publicada mi revisión de Burdeos de 1982, en la que señalaba que aquel era el mejor año para Burdeos desde 1961. Además, analizaba detalladamente por qué tenía sentido comprar los vinos de 1982”

 

Sin saberlo, Robert  se vio envuelto en una gran controversia. Su reseña contrastaba radicalmente con la de The New York Times, The Wine Spectator, y la ahora desaparecida Robert Finigan´s Wine Guide, medios que salieron con críticas mordaces de la cosecha.

“A la fecha, muchas personas todavía me dan crédito por ser el primero en proclamar la grandeza de la cosecha de Burdeos de 1982, pero eso es inexacto. Una semana antes de que apareciera mi informe, La Revue du Vin de France y su entonces poco conocido escritor de vinos, Michel Bettane, calificaron a la añada de 1982 como la mejor cosecha de Burdeos desde 1929, llegando a las mismas conclusiones cualitativas que tenía yo. La credibilidad de Bettane se disparó una vez que el público comenzó a probar los vinos. Hoy en día, es ampliamente considerado como el mejor autor / escritor de Europa. La prensa de vinos europea nunca dudó de la calidad de la cosecha de 1982, lo que hace que la posición descaradamente negativa de gran parte de los medios de comunicación de vinos de Estados Unidos parezca aún más sospechosa”

Los consumidores y los distribuidores siguieron el consejo de Parker y compraron numerosas cantidades de la añada 1982. La reputación de Burdeos y de Parker como una autoridad en materia de vinos se popularizó entre los productores de vino franceses, ya que los vinos de la añada de 1982, tal y como lo anticipó Robert, resultaron ser excelentes, lo que le valió el sobrenombre de “El Emperador del Vino”.

 

“Tanto 1983 como 1984 fueron años tumultuosos para mí. El frenesí de compras de 1982 por parte de los consumidores de vino estadounidenses puso en evidencia a los medios que habían informado mal a sus lectores. Pero los productores nacionales no lo veían así y me consideraban una amenaza cada vez mayor para sus esferas de influencia por destacar la calidad del vino francés”

A principios de los años noventa, Parker escribió extensamente sobre la revolución vinícola en California. La búsqueda de vinos más naturales y el paulatino colapso de la mentalidad industrial en función de buscar vinos de calidad, destacando las añada de 1997 como una de las mejores de la historia. La defensa de Parker por el vino norteamericano marcó un precedente en el futuro del vino de alta calidad en los Estados Unidos.

Pese a las controversias, la revista The Wine Advocate se volvió un best seller y consiguió tantas suscripciones que Robert dejó de ser abogado para dedicarse en exclusiva al mundo del vino. En 1994, recibió un primer contrato por parte de la editorial Simon & Schuster para escribir un libro sobre los vinos de Burdeos.

“Sospecho que la mayoría de los autores estarían de acuerdo en que la publicación del primer libro es un acontecimiento trascendental. Después de sobrevivir a la publicación de doce libros adicionales, debo admitir que mi primer libro impreso en octubre de 1985 sigue siendo el más gratificante”.

Para 2003, Parker ya había publicado trece libros, todos exitosos, y traducidos al ruso, francés, polaco, japonés, alemán, sueco y chino.

El 13 de abril de 1999, seis años después de recibir la Cruz de Caballero de la Orden Nacional del Mérito, Robert Parker se convirtió en el primer crítico de vinos norteamericano en recibir las dos condecoraciones más altas que otorga el gobierno fránces al mérito ciudadano. Ese día, en el Palacio Elíseo de París, recibió de manos del presidente Jacques Chirac la medalla de la Legión de Honor en reconocimiento a sus logros y lo que su trabajo significó para el vino francés.

(Original Caption) Robert Parker, American wine critic and Jacques Chirac. (Photo by Reuter Raymond/Sygma via Getty Images)

Al día de hoy, la guía de vinos de Robert Parker es considerada una de las más prestigiosas entre los medios especializados, y su creador es catalogado como el mayor experto en vinos de los valles del Ródano, California y Burdeos. Las puntuaciones de sus críticos, entre los que se puede contar a expertos como Pierre-Antoine Rovani y Daniel Thomasespueden hundir o encumbrar a una bodega gracias a su buen gusto.

Pese a ser una de las autoridades más respetadas en el mundo del vino, Robert Parker afirma que sigue aprendiendo cada año.

“Me siento agradecido (y afortunado) de tener un entusiasmo y una pasión ilimitados por el trabajo, la degustación y el hecho de que en este campo siempre hay algo que aprender. Con cada nueva añada. Puede pensarse que soy un crítico de vinos, pero eso no es del todo cierto: ¡ante todo soy un consumidor de vinos! Además, nunca he perdido de vista el hecho de que gran parte de mis ingresos se deriva de los lectores. Siempre pondré los intereses del consumidor de vino antes que los del comercio”.