La vendimia de Cuna de Tierra es el punto de encuentro entre los buenos vinos, la fina gastronomía y el buen vivir. Cada año, miles de sibaritas identificados por un riguroso dress code blanco, se reúnen en esta fiesta, que celebra las bondades de la tierra guanajuatense.
Una serie de señalamientos en la carretera que va de San Miguel de Allende a Dolores Hidalgo nos indica que vamos en la dirección correcta. Estamos en la ruta del vino, un circuito enoturístico al que el gobierno estatal ha bautizado acertadamente como el Valle de la Independencia. El acceso al viñedo se hace a través de un camino de terracería flanqueado por espléndidos campos vinícolas que por estos días, lucen rebosantes de uvas de las más diversas variedades.
El viñedo
El clima cálido de Dolores Hidalgo durante el mes de agosto dibuja un paisaje espléndido. El azul intenso del cielo, contrasta con el verdor de las vides dibujando un cuadro que quita el aliento. Recorremos a bordo de un carro tirado por caballos percherones los 300 metros que nos separan de la bodega, avanzando entre un mar de vides y olivos que se pierden en el horizonte.
Las instalaciones de la bodega ideada por el arquitecto Nacho Urquiza es un sofisticado conjunto arquitectónico de una belleza estética excepcional. La modernidad de la obra le ha valido a Cuna de tierra varios reconocimientos, entre ellos el premio al mejor proyecto industrial en la bienal de arquitectura de la ciudad de México en 2013.
Uno de los emblemas del edificio vitvinícola es la majestuosa torre que se eleva sobre los viñedos. Desde lo alto, se domina por completo el panorama de las plantaciones y de una puesta de sol que enamora. Es tal su belleza, que muchas propuestas de matrimonio se han gestado en las alturas de este bellísimo lugar. Durante esta vendimia fuimos testigos de una de ellas.
Amenidades dignas de un sibarita
Cada año, las reservaciones de la vendimia de Cuna de Tierra se agotan varias semanas antes del evento. Una de las razones es la excelente calidad de las barras libres de alimentos y bebidas de calidad premium.
Barras de jamón serrano, una gran variedad de quesos artesanales, pan rústico campesino, así como espléndidas pastas, ceviches, tostadas de mariscos y cortes de carne como porkbelly y lechón lechal, son sólo una parte de la oferta gastronómica que se puede degustar en una de las fiestas más esperadas del bajío.
Como cada año, alrededor de las mesas donde se lleva a cabo la vendimia, se instala un interesante bazar con productores locales de la más alta calidad. Productos de belleza elaborados a partir de semilla de vino, joyería de autor, sombreros, mezcales y cervezas artesanales, así como puros y habanos son algunos de los expositores de este año. También hay presencia de patrocinadores de lujo, como la marca de autos Jaguar, que exhibió en este lugar, uno de sus modelos más representativos
Pero venir a esta Vendimia y no probar los vinos de Cuna de tierra sería un desperdicio. Entre los vinos que más disfrutamos tenemos que destacar el agradable ensamble de Cabernet y Tempranillo de la etiqueta Torre de tierra, un tinto que va de maravilla con quesos de sabor intenso y carnes con buen contenido en grasa, como el mencionado lechón. Tampoco hay que dejar pasar el icónico semillón de Cuna de tierra, un vino muy bien logrado de una variedad de uva tan poco común, que ni siquiera en el Valle de Guadalupe la han podido cultivar con tanto éxito como en el bajío.
La tradición de la vendimia
Al filo de las 6 de la tarde un performance da pie al tradicional pisado de uvas. Decenas de chicas se acercan al centro de la monumental carpa donde se celebra la fiesta, en ese lugar se encuentran las enormes cestas de madera con cientos de kilos de uvas frescas dispuestas para ser pisada a la usansa de las antiguas bacanales romanas.
El pisado de uvas es un rito tradicional presente en las mayoría de los viñedos del mundo. El pisado de uvas dentro de lagares vinícolas se ha llevado a cabo desde los orígenes de la historia del vino, existen registros de su existencia en las antiguas culturas de Egipto, Cartago y Grecia, pues se uso como método tradicional hasta las transformaciones industriales de fines del siglo XIX. Hoy en día, la tradición del pisado de uvas tiene un carácter simbólico vinculado a la vida, la alegría y el encuentro.
La fiesta
Cuando la noche cae sobre el viñedo y los tonos anaranjados colorean el cielo del bajío comienza la verdadera fiesta. El grupo La Mano de Obregón pone a bailar a la los asistentes con sus versiones de éxitos de los ochentas y noventas. La fiesta sube de tono, pero un discreto y efectivo cuerpo de seguridad garantiza que el entusiasmo no rebase la barrera del respeto. Como en todo evento exclusivo, la mejor vigilancia es la que solo aparece cuando se le requiere.
Los festejos concluyen con un set de música electrónica amenizado por un desfile de alebrijes coloreados por luz led que brillan bajo el cielo estrellado de Guanajuato. Así concluye otra excepcional fiesta de la Vendimia en uno de los viñedos más bonitos de México. Es hora de ir a casa, no sin antes prometerle a estas hermosas tierras guanajuatenses que: “Nos verá volver… el próximo año”.