Champagne Louis Roederer, cena maridaje imperial en restaurant Znaya

En el mundo del vino, la Champagne representa una de las máximas expresiones de calidad y sofisticación vinícola. Este placer burbujeante sustenta su valor en su estricto método de elaboración, el prestigio histórico de sus bodegas y en una cantidad muy limitada de botellas disponibles alrededor del mundo.

Para una bodega como Louis Roederer, el prestigio es el activo más valioso. Es por eso que el nombre de esta casa es referencia obligada en el mundo de los vinos premium y su etiqueta estrella: la Louis Roederer Cristal, es una de las champagnes más deseados por los winelovers de todo el mundo.

La amabilidad y buen hacer de distribuidora Interamericana nos permitió comprobar la calidad de la familia de vinos Louis Roederer en una cena para medios muy especial, en la que catamos 4 extraordinarias etiquetas de champagne francés en una cata vertical.


Nuestra velada comenzó con un ceviche de pulpo, camarón, maracuyá y fruto de la pasión maridado con la Louis Roederer Brut Premier. Este excelente champagne de color dorado pálido, ofrece una burbuja fina y regular y un balance entre un 40% Pinot Noir y un 40% Chardonay que añade estructura, nota aromática y acentúa el sabor ahumado de los mariscos, gracias a la cremosidad del vino.

“El Pinot Noir es la uva característica de la casa. Nuestras viñas son muy cuidadas, por lo que exige que se maride con platos gastronómicos muy finos que estén a la altura de la champagne”. Nos explicó el Somelier de la casa. “Por ley, un champagne debe pasar por un maridaje de 15 meses”. Añadió nuestro anfitrión.

El Champagne es uno de los vinos con más historia del mundo. Desde el siglo XV, se tienen referencias históricas y literarias en toda Europa. No por nada es el más conocido de los cinco vinos con derecho a tener un nombre propio, ya que ni el Jerez, el Oporto, el Fondillón o el Cava gozan de la penetración cultural que los vinos de esta denominación de origen han conquistado alrededor del mundo.

El segundo vino que probamos fue el Louis Roederer Vintage Rosé 2011. Un estupendo champagne rosado con 4 años de añejamiento y uno más tras el degüelle. En esta etiqueta, la uva Pinot Noir se encuentra más marcada, con un 63% contra un 37% de Chardonay. Nuestro maridaje fue un delicioso plato con tacos de camarón y frijol azufrado.

“Si se analiza con detenimiento, un vino rosado tiene más estructura y caracter que un vino blanco. En México es algo complicado maridar el champagne, ya que gran parte de la comida tiene ingredientes picantes” Señaló nuestro guía, invitándonos a analizar el maridaje entre las notas picantes de la cebolla que acompañó la guarnición de el camarón y la deliciosa burbuja del champagne que se distribuye sobre la boca como espuma.

La magia del Champagne se debe en gran medida al riguroso control de calidad de sus bodegas productoras, algunas con más de 150 años de antigüedad y con una larga tradición familiar. Tal es el caso de la bodega, donde la calidad de cada uno de sus productos está al mando de la séptima generación de la familia.

El momento cumbre de la noche llegó cuando hizo su aparición en nuestra mesa la joya de la corona de la casa Louis Roederer: La magnífica Louis Roederer Cristal 2009, un Champagne como ningún otro, ya que sólo se produce durante los “grandes años”, es decir, cuando la cosecha de Pinot Noir alcanza márgenes sobresalientes de calidad. A partir de esa determinación, inicia un largo proceso de al menos 6 años de cuidados en cava que culminan con un magistral embotellado en cristal cortado, una bellísima botella físicamente más pesada que el resto de las etiquetas de la casa.

La botella insignia nació en 1876 para satisfacer al Zar Alejandro II de Rusia. El emperador le pidió a Louis Roederer que cada año se le reservara la mejor cuvée de la Casa y se le presentara en una botella de cristal con fondo plano, para poder ver el fondo de la botella ya que en aquella época las conspiraciones y los envenenamientos eran muy comunes. La Cristal se dejo de hacer en 1917, volviéndose a fabricar hasta 1945. La producción de esta variedad es muy pequeña y exclusiva, ya que solamente se hace con uvas de zona Grand Crus, lo que representa el 10% de la producción anual de la bodega.

“El champagne es como una hacienda antigua, los muros y las paredes hablan de todo lo que pasó en ese lugar a través de los años. Lo mismo pasa con nuestros vinos, requieren tiempo para llegar a su punto óptimo y al probarla te habla de lo que pasó en la región durante el año en que se cosechó”.

Para maridar un vino tan soberbio y delicado, la propuesta del chef Tonatiuh Cuevas del restaurante Znaya del Hotel Four Seasons fue un espléndido Huachinango en mole de macadamia que nos fue perfecto con la sedosidad del vino y su excelente temperatura de servicio.

La Louis Roederer Cristal es de color dorado, con tonalidades levemente anaranjadas y una nota aromática cítrica, con un perfume muy discreto a frutos rojos que también se perciben en boca, junto a un sutil toque de dulzura. Sin embargo, es la cremosidad, el buen grado de alcohol y la agradable sensación de una burbuja perfecta y bien distribuida lo que hace de este vino un placer muy exclusivo, ya que su precio oscila entre $3000 y $4000 por botella.

Para el cierre de la noche, tuvimos la oportunidad de probar la Carte Blanche. Un ensamble de Chardonay 40%, Pinot Noir 40% y Pinot Meunier 20% con 6 meses de añejamiento.

 

El maridaje fue con un postre frío, una esfera de coco magistralmente presentada, que a pesar del adormecimiento en nuestras papilas gustativas y la azúcar del postre, nos permitió percibir con mucho detalle el persistente sabor a frutos maduros, miel y almendras que se mantienen en boca con mucha sedosidad en la Carte Blanche.

 

La cena en el Restaurante Znaya fue una excelente oportunidad para disfrutar de una cocina a la altura de la champagne Louis Roederer, que tuvimos la oportunidad de degustar en una vertical de calidad muy interesante. Sobra decir que durante esa noche nos sentimos unos verdaderos Zares Rusos en la Ciudad de México, pero ya se sabe… ¡Sólo se vive una vez!