El vino de Jesucristo

En la Biblia sólo se mencionan 3 bebidas: agua, leche y vino. Pero el carácter simbólico y espiritual del fruto de la uva, ha llevado a estudiosos de todo el mundo a elaborar teorías sobre el vino de Jesucristo que se compartió con sus discípulos en La Última Cena.

Para expertos como el sommelier y escritor argentino Diego Di Giacomo el dominio del Imperio Romano en los tiempos de Jesús habría favorecido el cultivo de viñedos de uva tinta en la zona de Palestina, particularmente de variedades precursoras a la actual Syrah, que como se sabe, es de origen persa.

Aunque el vino preferido por los romanos era el blanco, distintos registros históricos, incluída la Biblia, sugieren que el vino que se tomaba en las zonas de la actual Palestina e Israel era invariablemente de cepas tintas. Esto, sin considerar la tendencia de la época a añadir especias, agua y miel a las vasijas donde se realizaba la fermentación.

Cabe señalar que el primer milagro de Jesucristo relatado en la Biblia fue convertir el agua en vino. En el pasaje conocido como las bodas de Caná, el profeta y sus discipulos son invitados en Galilea a un banquete de boda. María, su madre, también está en el banquete y al darse cuenta de que el vino se ha acabado, se lo comenta a Jesús (Juan 2:3).


 

Hay seis vasijas de piedra y cada una puede contener más de 40 litros. De modo que Jesús manda: “Llenen de agua las vasijas”. Después les dice a sus discipulos: “Ahora saquen un poco y llévenselo al director del banquete” (Juan 2:7, 8) El director se queda impresionado por la calidad del vino, pero no sabe que lo ha hecho Jesús de forma milagrosa. “Todo el mundo sirve primero el buen vino y luego, cuando la gente ya está borracha, sirve el de peor calidad. Pero tú has tenido guardado el vino bueno hasta ahora” (Juan 2:10).

Es improbable conocer las características específicas de aquel vino, pero otra investigación, desarrollada por los arqueólogos italianos, Generoso Urcioli y Marta Berogno, realizada a partir de una interpretación estricta de distintos versículos de la Biblia, sugiere que lo que el profeta bebió no puede ser catalogado como vino, sino jugo de uvas fermentado, sin graduación alcohólica debido a su brevísimo añejamiento y su mezcla con agua a cuatro partes por una de vino.

 

Otra teoria, elaborada en 2012 por científicos israelíes de The Ariel University Wine Research Center en Cisjordania, señala que probablemente el vino de Jesucristo se elaboraba a partir de la cepa Maaravi o Marawi, una variedad extinta alrededor del año 220 D.C. y que fue “revivida” en 2015 gracias a descubrimientos arqueológicos en templos judíos, donde se encontraron vasijas de barro en las que se fermentaba el vino hace más de 2000 años en el antiguo Israel.

 

Bajo el liderazgo del Dr. Shivi Drori, el centro de investigación del vino de la Universidad de Ariel, rastreó las variedades perdidas de uvas que se utilizaron para la producción de vino en tiempos bíblicos a través de pruebas de ADN. Esto conducirá a la reactivación de los vinos producidos en Tierra Santa, incluídos los que se bebían en la mesa del Rey David o el que compartían Jesucristo y sus discipulos.

El vino Marawi ha sido catalogado por expertos como un vino ligero, mineral y balanceado. Corto en cuerpo, pero con un buen final en boca. El Recanati Marawi es el primer vino producido comercialmente a partir de uvas autóctonas de Israel y estudiadas por la Universidad de Ariel.

Vale la pena señalar que en tiempos de Jesucristo, en tierra santa se conocían alrededor de 120 variedades de uva, de las cuales sólo 20 eran aptas para la viníficación. En aquel tiempo, los métodos de producción eran muy limitados, por lo que los vinos resultantes distaban mucho de la calidad de los vinos de hoy en día. Dada la escacez de la fruta, muy probablemente se mezclaban distintas variedades de uvas en la elaboración de los fermentados.

Lo que es un hecho, es que si llegaramos a probar el tipo de vino que compartieron Jesucristo y sus discipulos en la última cena, muy probablemente, la bebida sería radicalmente distinta a lo que conocemos como vino y no necesariamente sería de nuestro agrado. En el Talmud, texto que contiene las tradiciones y enseñanzas del judaísmo, hay varios escritos que señalan la mezcla de agua y vino. Un escrito (Shabbath 77a) afirma que el vino que no tiene tres partes de agua por una de vino, no puede considerarse vino. Esto se debe a que la tradición judía condena fuertemente el abuso del alcohol.

Todavía quedan muchos misterios por resolver, incluído el sabor, aroma y cuerpo de lo que la Biblia llama: “La sangre de Cristo”.