Finca La Carrodilla, una década de vanguardia vinícola y respeto por la tierra

Fernando Pérez Castro, es uno de los personajes indispensables en la actualidad de la industria del vino mexicano en el Valle de Guadalupe. Como muchos otros emprendedores, la belleza del Valle de Guadalupe lo atrajo, pero fue la calidad de sus vinos lo que lo enamoraron y lo hicieron echar raíces tierras bajacalifornianas.

Casi dos décadas de vanguardia e innovación en el ramo vinícola, liderazgo en la promoción del vino de la región, destacando su paso por el comité Pro Vino y una fijación por hacer vinos de altísima calidad, le han permitido gozar de un merecido prestigio a cada uno de los proyectos vinícolas que encabeza.

Para conocer más sobre la trayectoria y proyectos a futuro de uno de sus proyectos insignia: Finca La Carrodilla, Buenos Vinos busco a Pérez Castro, quien nos contó detalles sobre la trayectoria y proyectos a futuro de su prestigiosa vinícola mexicana.

¿Cómo surgió el proyecto de La Carrodilla y cómo fue que elegiste el nombre?


El nombre de Finca La Carrodilla lo eligió mi señora madre y fue gracias a un viaje que hicimos a la ciudad de Mendoza, en Argentina. Ahí nos encontramos en un altar de una iglesia a la Vírgen de La Carrodilla, investigamos un poquito sobre el significado de esa imagen y nos gustó mucho. En su momento teníamos en el Valle de Guadalupe otro proyecto que todavía existe que se llama La Lomita, pero mi mamá hizo el comentario de que si llegábamos a tener otro proyecto se llamaría La Carrodilla, yo creo que no  pasaron seis meses cuando se presentó la oportunidad de adquirir las 20 hectáreas en el ejido El Porvenir en el Valle de Guadalupe que es donde ahora está Finca La Carrodilla. Le hicimos honor a lo que mi mamá dispuso en su momento y de ahí el nombre, nosotros hicimos una adaptación en el logo, donde se pueden ver los elementos clásicos de la imagen clásica de la Virgen de La Carrodilla, pero también la convertimos en la madre tierra que la emparentan con la Tonantzin, la diosa prehispánica de la tierra. Esa es la historia del nombre de la finca.

¿Cómo llegaste al mundo del vino en Baja California?

Nosotros llegamos en el 2004 en el Valle de Guadalupe, como muchos otros productores de la época, llegamos con la idea de acercarnos a un lugar paradisiaco como el Valle de Guadalupe, tener una casa de descanso, un punto de reunión para la familia, pero una cosa llevó a la otra y terminamos involucrándonos en la cultura del vino y finalmente arrancamos con el proyectos de La Lomita, nos fue muy bien, tuvimos la suerte de llegar al Valle en un momento clave, cuando apenas estaba a punto de despegar. Eso nos permitió que La Lomita fuera exitosa de una manera muy rápida, pero también originó la necesidad de tener más tierras.

En origen, la compra de las tierras donde ahora está La Carrodilla fue pensada como una expansión de La Lomita, pero el proyecto fue agarrando su propia identidad y fue así que decidimos convertirlo en un proyecto distinto. Así nació La Carrodilla, seis años después de haber llevado al Valle de Guadalupe.

¿La Carrodilla nació con una vocación ecológica y orgánica?

Realmente el enfoque estaba en la bodega, pero más tarde nos encontramos con que la forma en la que se estaban aproximando las grandes bodegas del mundo a la agricultura y el campo, era desde la agroecología, un tipo de agricultura regenerativa que evitara por completo la aplicación de pesticidas y nutrientes de origen químico. De manera que decidimos que era un buen momento para implementar esa filosofía en nuestro proyecto. En ese momento ya había algunos esfuerzos en el Valle de Guadalupe, pero ninguno tan formal como el nuestros, al grado de poder lograr tener una certificación. A partir de este nuevo enfoque, en el que buscábamos tener una agricultura que procurara la salud del suelo, es que nace la identidad de Finca La Carrodilla y es también cuando se convierte en una finca con otros propósitos, donde tenemos un huerto con producción durante todo el año, también tenemos un corral con gallinas, vacas, cabras, borregos y todos los productos que nos dan esos animalitos, los procesamos y los vendemos dentro de las instalaciones de La Carrodilla. De manera que finca se convierte en un mundo por sí mismo en el que tenemos la tranquilidad de que nuestra actividad tiene un impacto mínimo en el entorno.

Son pocos los proyectos mexicanos con certificación orgánica. ¿A qué se debe?

Ahora ya hay como tres o cuatro vinícolas mexicanos con certificación orgánica. Pero nosotros somos los únicos en el país, que podemos hacer vinos orgánicos, ya que no solo tenemos certificación en el campo, sino también en bodega. La complicación de todo esto, está en el arranque, porque cuando comenzamos había muy pocos referentes en el tema de agroecología, de manera que tuvimos que aprender a prueba y error para encontrar las técnicas que funcionaban para un terreno tan complicado como en el Valle de Guadalupe. Los primeros cuatro años fueron complicados, pero a partir del quinto ya vimos los frutos del tipo de agricultura que nosotros tenemos. Si tu le das una checada a las tendencias que hay en el mercado, a los perfiles de los vinos que están consumiendo las nuevas generaciones y el trabajo que están haciendo las grandes vinícolas, te darás cuenta de que muchas de esas prácticas son las que hemos estado implementando desde hace diez años.

¿Esa búsqueda de calidad se refleja en el tamaño de su producción?

Nos auto,regulamos para que todos nuestros vinos, a excepción de los vinos jóvenes, se hicieran con uva propia y con los volúmenes que nuestro viñedo nos permitiera tener, de ahí que de las nueve etiquetas que tenemos, seis son ediciones limitadas y prácticamente todas son mono varietales. Esa característica ha permitido que nuestros vinos se conviertan en etiquetas de catálogo, nosotros tenemos la suerte de que cuando liberamos una añada, a los tres o cuatros meses se agota. Nos hemos hecho de una cartera de clientes que en al momento que liberamos añadas, prácticamente la mitad de la producción ya tiene dueño, lo que nos da una gran viabilidad financiera. A nosotros nos importa mucho que la expresión de nuestros vinos tenga total congruencia con lo que está sucediendo en el viñedo y eso habla de que tenemos que enfocar los esfuerzos en hacer vinos de alta calidad.

¿Cuáles son los vinos insignia de Finca La Carrodilla que todo mundo debería probar?

Para mí, los vinos obligados son los mono varietales: Chenin blanc, Tempranillo y Syrah, son vinos que están en una escala de precio medio alto. Si quieren probar vinos más accesibles, pueden probar Canto de Luna, que es un blend, un vino accesible con características más orientadas hacia la fruta y que me parece que es magnífico para la gente que se quiere asomar al maravilloso mundo del vino.

Seguramente van a celebrar el aniversario de la vinícola con grandes sorpresas. ¿Qué nos puedes adelantar?

Este año vamos a inaugurar una quesería boutique dentro de la Finca. Vamos a estar elaborando productos derivados de la leche de vaca y de cabra, lo cual va a redondear la experiencia de quienes nos visitan, pues van a poder conocer una cara de La Carrodilla que mucha gente no conoce, que son los trabajos que hacemos con nuestro ganado. En el tema de los vinos, acabamos de liberar una edición especial de un mono varietal Merlot, que es una etiqueta que no se va a hacer todos los años. También viene el que diría que es el proyecto cumbre de la vinícola, que es su línea de vinos 100% orgánico, la etiqueta se llama Árbol y se caracterizará por vinos de 4 monovarietales. Con estas acciones La Carrodilla pretende afianzarse como un proyecto que es noble, muy cuidadoso con su entorno y que procura hacer vinos íntegros y de calidad.

¿Dónde podemos encontrar sus vinos?

Los vinos se encuentran a nivel nacional en  Vinoteca. El próximo año tendremos una tienda online en nuestra plataforma donde podrás comprar vinos por caja o por botella. Por lo pronto, nos pueden buscar en nuestras redes sociales o en las redes de nuestro principal distribuidor que es Vinoteca.