El vino de Antonia Ferreira la “Ferreirinha”

En la historia del vino hay mujeres extraordinarias que han impulsado el desarrollo de sus comunidades gracias a su ingenio y liderazgo. Una de ellas fue doña Antonia Adelaida Ferreira, a quien sus trabajadores cariñosamente bautizaron como “Ferreirinha”, una de las mujeres imprescindibles en la historia del Porto y uno de los personajes más fascinantes en la industria de los buenos vinos de Portugal.

En pleno del siglo XVII, Antonia construyó una de las fortunas más colosales de su tiempo, gracias a su visión emprendedora y un temple a toda prueba. No sólo enfrentó los prejuicios de su época por ser mujer, también combatió intrigas políticas, encaró al poderoso Duque de Saldanha y batalló contra plagas devastadoras en sus viñedos. Además, padeció un matrimonio arreglado con uno de sus primos, enviudó dos veces y se sobrepuso al derroche de sus propios hijos, consolidando una de las bodegas más importantes del país y la principal exportadora de vino de Oporto a la poderosa Inglaterra.

Antonia Ferreira "La Ferreirinha"
Antonia Ferreira “La Ferreirinha”

Doña Antônia Adelaida Ferreira nació en la Regla el 4 de julio de 1811. Descendía de una familia local que aprovechó el brote comercial del vino de Oporto después de las reformas del marqués de Pombal de 1756 para explotar la producción de vinos junto a pequeños agricultores. Pese a que Antonia perteneció a una familia adinerada, su principales biógrafos, la retratan como una mujer de campo, sencilla y con una visión de gran liderazgo, un perfil muy poco común para la época.

Su padre, José Bernardo Ferreira heredó junto con su tío Antonio Bernardo una gran cantidad de tierras, por lo que inició la construcción de la vinícola Quinta do Vesuvio, fuera de los límites de la región demarcada del Duero. En 1815, don José Bernardo comienza a exportar vino de Porto fortificados a Inglaterra, que muy pronto destacaron por su calidad y potencia. Aún hoy, la Quinta do Vesuvio es uno de los lugares más bellos de todo el valle del Duero portugués.

 Quinta do Vesuvio
Quinta do vesuvio

Los hermanos José Bernardo y António Bernardo tuvieron hijos únicos y para consolidar el patrimonio de la familia, decidieron que los primos Ferreira se unieran en matrimonio, algo nada inusual en el siglo XVII. Así, Doña Antonia, entonces de 23 años, y su primo António Bernardo Ferreira hijo, de 22, se casaron el 22 de octubre de 1834.


Los biógrafos de Doña Antonia creen que, a pesar de ser un típico casamiento por interés, hubo amor entre los primos, al menos el suficiente para engendrar 3 hijos. No obstante, doña Antonia y su esposo tenían intereses muy distintos: ella era una mujer sencilla, amante del trabajo en el viñedo y la vida del campo mientras que Antonio era un playboy, un aristócrata cosmopolita, frívolo y con muchos intereses en Londres.

Aunque Antonio tuvo la visión de reforzar sus intereses comerciales en Inglaterra y adquirir propiedades, tierras vinícolas y palacios en el Duero portugués, su vida desenfrenada lo llevó a la muerte por una infección de sífilis con apenas 32 años.

Viuda, con dos hijos, y ya con una fortuna colosal para gestionar, Antônia se vio obligada a demostrar su temple y tomar las riendas de las bodegas de la familia en 1840 con apenas 29 años y durante uno de los peores peores altibajos de el vino de Porto.

 El vino de la Ferreirinha
Antonia Ferreira “La Ferreirinha”

Durante 10 años, doña Antonia se encargó de mejorar la calidad de sus vinos, afianzar sus exportaciones a Londres y cuidar de sus trabajadores personalmente. Pero la retracción del mercado no sería el único problema con el que la empresaria tendría que lidiar. En 1850, una enfermedad de las vides, conocida como el oidio, asoló a las viñas del Douro, provocando reducciones drásticas en la producción, generando vinos de mala calidad y propiciando el encarecimiento del cultivo a través del recurso del azufre que se usaba para combatir la enfermedad.

Amenazada por la desgracia, Doña Antonia reacciona. Vende todos los bienes superfluos del marido, desde palacios ostentosos hasta cubiertos de plata. Como agricultora, depositó en la tierra todas sus activos. “Fue muy astuta en la forma en que manejó las crisis, supo esperar por las mejores oportunidades y logró aumentar su fortuna en el momento de la crisis del oídio y de la filoxera”, señala el escritor Gaspar Martins Pereira, autor de la biografía “Dona Antónia”.

La enorme producción de sus bodegas, le permitió obtener importantes ganancias gracias a las reservas que conservaba en guarda. Se estima que al momento de la crisis de la filoxera, poseía una reserva de cinco mil botellas que sacó a la venta en momentos de escasez, con lo que logró importantes ganancias.

 El vino de la Ferreirinha

Bajo la dirección de Antonia, las bodegas de la familia Ferreira crecieron hasta poseer 30 viñedos productores de vino de Porto fortificado con brandy. Como era de esperarse, el emporio económico gestado con años de trabajo y mucho esfuerzo, despertó la codicia de la nobleza lusitana. Se dice que en 1853, el duque de Saldanha, João Carlos de Saldanha de Oliveira e Daun, el hombre más poderoso de Portugal y quien a la postre se convirtió en primer ministro, solicitó a Antonia la mano de su hija, María da Assunção a nombre de su hijo. Como la niña tan solo tenía 11 años, la Ferreirinha se negó, despertando la furia del siniestro duque de Saldanha.

Marques De Saldanha El vino de la Ferreirinha
Marques De Saldanha

Ante las explícitas amenazas de un secuestro para gestar el matrimonio forzado, madre e hija huyeron disfrazadas de campesinas a Vigo en España y de ahí, tomaron un barco para Inglaterra con la ayuda de Francisco José de Silva Torres, quien se convertiría en el segundo marido de ‘la Ferreirinha’.

Silva Torres y doña Antonia se casaron en Inglaterra 20 de septiembre de 1856, e inmediatamente vuelven a Portugal. Las malas lenguas sugieren que, a pesar de ser un hombre acomodado, Silva Torres concretó un matrimonio de oportunidad. Sin embargo, Doña Antonia fue feliz con su segundo matrimonio, gracias a que ella tomaba las decisiones del negocio.

En 1877, Antonia dio forma al último de sus sueños. Ya propietaria del mayor patrimonio agrícola del Duero, compró en una subasta pública 300 hectáreas de tierra virgen. Su idea fue construir una propiedad modelo a la que bautizó “Quinta do Vale Meão”, la única finca que mandó construir la ‘reina del Duero” y en la que se concreta toda la vasta experiencia acumulada a lo largo de su vida de empresaria duriense. La construcción de la quinta se llevó a acabo entre 1887 y 1895. Fue la última y más significativa obra de aquella Señora, que murió en 1896.

El día del sepelio de Doña Antonia miles de personas formaron una pared humana a lo largo de cuatro kilómetros hasta el cementerio de la Regla. Los periódicos de Porto de aquella época relatan que al paso del féretro hombres y mujeres se arrodillaban, prestando un último homenaje a la mujer que les había dado trabajo, limosna, hospitales y, por encima de todo, una creencia de que en el valle del Douro del siglo XIX, el sueño de la riqueza era posible con dedicación y sudor. Le llamaban “la “madre de los pobres”.

Antonia Ferreira “La Ferreirinha”

Hoy en día, el espíritu libre y combativo de la “Ferreirinha” prevalece en la ciudad de Porto y sobre todo, en los vinos de alta gama que ayudó a consolidar. Basta citar los vinos de Ferreira, empezando por el mítico Barca Velha, que están entre los mejores del país. En el Vesuvio se crearon los Porto Vintage de la más alta estirpe. En el Valado se creó una empresa sólida, con vinos excelentes, entre los cuales destaca una etiqueta de alta gama llamado Adelaida.

Los retratos de doña Antonia muestran a una dama sencilla y con un semblante retraido. Una imagen modesta que contrasta con la mujer vibrante, de coraje extremo y espíritu emprendedor, que la llevaron a arriesgarse en los negocios y a construir una de las mayores empresas de su tiempo.

La vida de Antonia fue tan apasionante como sus vinos. Razón por la que en 1993, la cadena de televisión portuguesa RTP lanzó una serie biográfica de 13 capítulos titulada “A Ferreirinha” protagonizada por Filomena Gonsalves en el papel de “la Ferreirinha” una super producción rodada en el esplendoroso valle del Douro portugués.